Estas fotos resaltan las marcadas diferencias entre Trump y Obama en las operaciones para abatir a los terroristas más buscados

Por Paula Bravo Medina

(CNN) — La ejecución y las secuelas de las redadas que abatieron a Osama bin Laden y Abu Bakr al-Baghdadi fueron tan diferentes como los presidentes que las supervisaron. Pero en un área convergieron: Barack Obama y Donald Trump querían ver las operaciones.

La forma en que cada líder manejó el momento decisivo dice tanto sobre su mentalidad como sobre su política exterior. Antes, durante y después de las redadas que abatieron a dos terroristas muy buscados, Obama y Trump adoptaron enfoques divergentes y se encontraron con diferentes reacciones del público estadounidense.

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Sin embargo, ambos reconocieron el peso que los momentos acarrearon para su legado. Y ambos querían ver mientras sucedía.

“Como si estuvieras viendo una película”, recordó Trump el domingo después de anunciar la muerte del líder de ISIS en términos gráficos detallados.

“Esencialmente estábamos observando lo que sucedía en tiempo real”, contó Obama a CNN en 2016, cinco años después de que los Navy SEALs eliminaran al cerebro del 11 de septiembre.

Es fácil entender el impulso. En el tercer año de sus presidencias, las redadas conllevaron la posibilidad de reivindicación y el riesgo de un fracaso devastador. Estaba acechando el fantasma del legado de Jimmy Carter, cuyo mal manejo de un asunto de política exterior de alto riesgo, la crisis de rehenes en Irán, puede haberle costado un segundo mandato.

Obama ejerció precaución después y evitó revelar detalles de la redada; Trump estaba ansioso por provocar a los medios y presentó muchos de sus detalles él mismo. Y si bien Obama y sus asesores tuvieron cuidado de no inflamar a los seguidores de Bin Laden, Trump se propuso pintar los últimos momentos de Baghdadi con una descripción sensacionalista de “quejidos, llantos y gritos”.

Las fotos

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Las fotografías de los dos momentos captan a los líderes en situaciones extremas. Trump, con cara de piedra y formal con traje y corbata, se sienta a la cabeza de una larga mesa de la Sala de Situación, rodeado de asesores igualmente serios, algunos con uniforme militar, mientras la redada se desarrollaba en pantallas grandes. La figura central, literal y simbólica, Trump proyecta el sentido de autoridad que a menudo ansiaba como comandante en jefe.

La postura rígida y el imponente sello presidencial contrastan con la foto de Obama, con una camisa polo y una cazadora, inclinándose hacia adelante mientras su equipo se acurrucaba alrededor de las computadoras portátiles cuando llegó la noticia de Abbottabad de que “Gerónimo” –el nombre en clave dado a Bin Laden– había sido asesinado. Obama, ligeramente descentrado con su silla arrinconada, no es el punto de enfoque natural del ojo.

Las fotos son de diferentes habitaciones: la de Trump fue tomada en la sala de conferencias John F. Kennedy, el emblemático puesto de mando que se reproduce en películas y programas de televisión donde se informa a los presidentes sobre misiones altamente clasificadas.

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Obama fue informado antes de la redada de Bin Laden desde la misma posición de jefe de mesa donde se muestra a Trump observando la misión de Bagdad. Se sentó allí mientras el almirante William McRaven, comandante conjunto de operaciones especiales, narraba la misión desde un puesto avanzado en Afganistán.

Pero más tarde, cuando se corrió la voz de que había una mejor vista por el pasillo, él y su equipo se dirigieron a la sala de conferencias más pequeña donde se reproducía un video en la computadora portátil del general. Es allí donde se captó el momento, atestado de otras personas, incluida una Hillary Clinton sorprendida.

Si bien ambos presidentes querían ver las operaciones que ordenaron personalmente para abatir a los terroristas más buscados de su época, no hay mucho más en común en cómo manejaron la decisión de alto pefil y la posterior exaltación de los éxitos de las misiones.

Cuando asumió el cargo, Obama dejó en claro a su primer director de la CIA, Leon Panetta, que encontrar a Bin Laden era una prioridad. Nueve meses antes de la redada, Obama fue informado por primera vez sobre la posibilidad de que Estados Unidos hubiera localizado al terrorista en un complejo en Pakistán. Pero sin certeza, Obama tuvo una opción.

“Me había inclinado a tomar la decisión bastante temprano en las discusiones. Pero retuve la decisión hasta que tuve que tomarla. Y al final, lo que realmente aprecié fue que tuvimos un debate honesto”, dijo Obama a CNN en 2016. “Fue, de esa manera, emblemático de la toma de decisiones presidenciales, siempre se trabaja con probabilidades”.

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Obama gastó al menos parte del período previo a la misión de Bin Laden ajustando los chistes para la Cena del Corresponsales de la Casa Blanca de ese año, incluidos unos dirigidos a Trump, cuya cacería implacable y racista del certificado de nacimiento de Obama esa semana empujó a Obama a publicar el documento. Autorizó la misión la misma semana.

Como un esmoquin, Obama criticaba a un Trump sin sentido por su toma de decisiones en un reality show: “¡Usted despidió a Gary Busey!”. Mientras tanto su equipo estaba haciendo los preparativos finales para la incursión que se lanzaría en cuestión de horas.

Mientras tanto, Trump comenzó a discutir sobre posibles operaciones para eliminar a Bagdad en las últimas semanas cuando la vigilancia mostraba al líder de ISIS en un complejo cerca de Idlib, Siria. Se le presentaron opciones para una redada en el complejo la semana pasada y tomó la decisión de seguir adelante.

El día de la redada, Trump se despertó en Camp David después de organizar una fiesta de aniversario para su hija y yerno, jugó golf en su campo en Virginia con el senador Lindsey Graham y el comisionado del Major League Baseball, y regresó a la Casa Blanca alrededor de las 4:30 p.m. ET. El grupo se reunió en la Sala de Situación 30 minutos después.

A diferencia de Obama, que regresó a la residencia de la Casa Blanca para jugar a las cartas mientras el equipo de Navy SEAL volaba de Afganistán a Pakistán y solo regresó cuando estaban en el suelo, Trump permaneció en la Sala de Situación durante la misión.

Cuando se le pidió el domingo que describiera las decisiones difíciles que tuvo que tomar en el camino, Trump dijo: “Bueno, solo la muerte”.

“Estoy enviando una gran cantidad de guerreros brillantes, estos son los mejores guerreros del mundo”, dijo.

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